Nunca se viaja al azar. Cada destino se cruza en el camino invocando a una serie de causalidades, que no casualidades. En mi camino se cruzaron varias almas viajeras que habían pasado por Albania y se habían enamorado un poquito de ella. En mi estantería, sin casi darme cuenta, se hicieron hueco varias obras relacionadas con este país.
La suerte estaba echada.
Shqipëria, la tierra de los hijos de las águilas, que es como los albaneses llaman a su país, ya había plantado su semilla en mi mente y en las siguientes semanas y meses el plan comenzó a tomar forma.

Esta es mi ruta de 3 semanas por Albania, en la que cubro los diferentes paisajes albanos, desde la costa a la alta montaña, visito los lugares históricos y culturales primordiales del país.
Es una ruta en coche de alquiler. Lo primero que debes saber, como viajero que se enfrenta al reto de descubrir Albania, es que no encontrarás transportes públicos ágiles, apenas existe infraestructura ferroviaria y lo que hallarás es muy lento.
- Llegada al aeropuerto internacional de Tirana.
- Kruje. El bastión de los hijos de las águilas (1 noche)
- Shkodër y lago Scultari. La capital cultural (3 noches)
- Theth: los alpes albaneses y el Blue Eye (3 noches)
- Zona arqueológica de Apollonia y Monasterio de Ardenika.
- Tirana. La capital del faraón rojo (4 noches)
- Ksamil: la costa jónica (4 noches), desde donde explorar el recinto arqueológico de Butrinto (Patrimonio UNESCO), la fortaleza de Ali Pasha en Porto Palermo y el Blue Eye de Sarande.
- Gjirokastër, la ciudad de plata: Patrimonio UNESCO, y mi lugar favorito de Albania (2 noches, que me hubiera gustado que fuesen alguna más).
- Berat, la ciudad de las mil ventanas: Patrimonio UNESCO (2 noches).
- Regreso a España desde el aeropuerto de Tirana.
Te iré relatando cada una de estas etapas con detenimiento.
En resumen, Albania es una tierra fascinante, con una historia compleja poblada de grandes personajes que han dejado su rastro, te iré hablando de alguno de ellos en los próximos artículos. Y con una historia reciente que está más cerca de la distopía que de lo real, pero que ha sido muy MUY real. Y que no te negaré que, para mi yo escritora, es una fuente de referencias descomunal.
Los hijos de las águilas son gentes amables y abiertas, que te ofrecen su casa, su ayuda y su sonrisa y te tratan con gran respeto. Que están llenos de curiosidad por entender mejor al resto de un mundo que durante décadas les ha estado vetado. Que aspiran a ser más europeos y suspiran al comprender que tienen un camino largo y difícil que recorrer.

La cocina albanesa es rica y sabrosa, con mezclas de lo turco, y lo mediterráneo, en especial de Italia y Grecia, sus grandes vecinos gastronómicos. Si eres fan de los lácteos, créeme que serás feliz. Si eres fan del vino, no tanto; no hay gran oferta y en los restaurantes lo suelen servir de tetrabrick. ¡Ay! Más fácil lo tendrás con la cerveza, prueba las locales.


Un apunte: aunque es un país de mayoría musulmana suní, no son muy estrictos, no hay problemas para encontrar y consumir alcohol y encontrarás cerdo en los platos.
Albania tiene una maravillosa cultura del café, que amo. Verás gente tomando café a cualquier hora del día, y terrazas llenas de mesas con hombres bebiendo café y conversando (sí, sobre todo hombres, al menos fuera de las grandes ciudades).

Podrás moverte por el país con seguridad, el mayor riesgo lo asumirás en la carretera. La red vial es básica en muchas zonas, y tiene un mantenimiento muy irregular, lo que convierte trayectos de pocos kilómetros en recorridos de horas por carreteras llenas de curvas, socavones y sin arcén. Aún superada la parte estructural, no podrás relajarte al volante, porque en las carreteras de Albania no parece regir ninguna ley: límites de velocidad, cruces, preferencias, líneas continuas o cambios de rasante no entran en el campo de comprensión de los alocados conductores albaneses que, en general, parecen manifestar una obstinada indiferencia hacia las normas.


Tampoco es Albania un país preparado para el turismo, al menos aún no. Escasea la información y donde hay recursos que atraen a los visitantes se evidencia una sobreexplotación de estos, desarrollada con prisas, sin un plan de sostenibilidad y que, en ocasiones, empaña el disfrute del viajero. La transformación de la costa quizás sea donde más se pone de manifiesto.

La gestión de los residuos es otro tema en el que aun tienen que trabajar si quieren amoldarse a los estándares occidentales. Te contaré algo más de esto en el capítulo dedicado a la mal llamada “Riviera albanesa”. Incluida la, para mí obsoleta, permisividad con los fumadores en cualquier espacio: playas, restaurantes, hoteles, … Se fuma mucho en Albania, sin importar si molesta, si hay bebés o mujeres embarazadas.


He regresado pronto, me hubiese gustado dedicarle a Albania aún más tiempo, me he dejado en el tintero paisajes maravillosos y ciudades que encierran otras historias. Aunque ahora este país también forma parte de mí.
No creo que Albania pueda ni deba recorrerse deprisa.
Camina despacio.
Párate, observa.
Pregunta.
Escucha.
Me ha ayudado mucho el haber contado con documentación previa y los consejos que han compartido otros viajeros como los compañeros de los blogs de El viaje de los elefantes, Meraviglia, El Rincón de Sele, Las sandalias de Ulises, entre otros por si te apetece más información.
Añado ahora yo mi granito de arena, para que, si viajas por libre o en organizado a Albania, la disfrutes al máximo y espero que después me lo cuentes.
Otros capítulos relacionados:
Datos prácticos sobre Albania.
Contexto histórico de Albania, resumidito.
Kruje: el bastión de los hijos de las águilas (Diarios de Albania #1)
Shkoder: la capital cultural (Diarios de Albania #2)
Theth: las montañas malditas y su ojo azul (Diarios de Albania #3)
Tirana: la capital del faraón rojo (Diarios de Albania #4)
Apolonia de Iliria y el Monasterio de Ardenika (Diarios de Albania #5)
Ksamil y ¿la Riviera albanesa? (Diarios de Albania #6)
Gjirokastra, la ciudad de plata. La joya de Albania. (Diarios de Albania #7)
Berat, la ciudad de las mil ventanas (Diarios de Albania #8)
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